Ocho aniversarios transcurrieron de aquella Caravana Monumental que resonó con fuerza y asombró a todo el mundo, y que significó en definitiva el último 25 de mayo que el hincha de River pudo celebrar plenamente. Después, cada cumpleaños riverplatense estuvo signado por el dolor que ocasionó el desgobierno y desprestigio de quienes durante este último tiempo condujeron el club según su propia conveniencia.
De aquellos que llegaron al poder liderados por un directivo joven con aparante aire de promesa y se fueron a escondidas, como ratas por tirante, sin siquiera animarse a entregar el mando. Aquella huída fue la consecuencia directa de sus acciones, que encontraron en las elecciones de diciembre la resistencia de la gente. Esos sufragios que le pusieron fin a la gestión de Aguilar y compañía fueron sin sudas el mejor regalo que pudo recibir River para este 25 de mayo, en el que cumple 109 años.
Es cierto, fue un regalo por anticipado y más que cantado (acaso, ¿cuántos halls de bronca intentó censurar sin éxito aquella gente?), pero no por eso menos esperado. Por el contrario, entre tanto malandras y responsables de juguete, las últimas elecciones se hicieron esperar tanto como la siempre deseable Libertadores. Un torneo que históricamente contó con la presencia riverplatense y que con la última dirigencia ni siquiera se llegó a jugar.
Por eso, estos 109 años encuentran a River en el mejor momento desde aquél 2001 con el que el club despedió el Siglo XX a pura fiesta. La salida de quienes hicieron y deshicieron en nombre de un supuesto amor por River que jamás fue tal, es el gran paso que da la institución millonaria en pos de su recuperación. Está en manos de la nueva gestión volver a retomar el rumbo que la historia de La Banda merece, y estará en manos de la nueva gestión que los responsables de este presente paguen todas y cada una de las que se mandaron. Sólo asì esta ilusión que se renueva encontrará a un River con 110 años otra vez sumergido en la grandeza.
